viernes, 31 de enero de 2014

En el camino (2)



Estamos en los Vosgos, en un pueblito de montaña cerca de Belfort. Nuestro destino es Praga, pero mis compañeras de viaje deciden aceptar mi capricho: hacer un alto en Bayreuth para visitar, si se puede (estamos fuera de temporada), el templo, el Festspielhouse, el teatro de ópera que Wagner construyó para celebrar su megalomanía, o, quizá, para que quienes amamos su música celebráramos, celebremos, su megalomanía. Da igual. La cuestión es que mis compañeras de viaje aceptan mi capricho, y trazamos la ruta.



En el camino está Karlsruhe y allí vive Humberto Cosentino, un guitarrista argentino que hace una pila de años que vive en Europa y al que María conoció casualmente en un festival de tango en Berlín o por ahí, y luego no volvió a ver. María le escribe para ver si tiene un rincón de su casa donde recibirnos para poder hacer noche en el camino y que no se nos haga tan largo el viaje.




Humberto nos espera en su casa, con su jermu alemana, con la cena lista. Se nos hace tarde y, desde el camino, los llamamos para avisarles, para decirles que no nos esperen, que coman tranquilos, que vamos a llegar más tarde de lo previsto.



Llegamos a eso de las 9 de la noche, GPS mediante. Sale a recibirnos nuestra anfitriona, Katharina, cuidadosamente vestida… con un kimono. No tarda en explicarnos su fascinación por el tema y mostrarnos su colección: unos 60 kimonos, uno más bello que el otro, uno más cariñosamente atesorado que el otro por Katharina. Nos hace sentir su pasión, compartirla. Humberto, mientras, nos prepara la cena. Ellos ya comieron, pero él cocina especialmente para nosotros. Mientras comemos, comparten una copa de vino con nosotros. Como pensamos salir temprano, no prolongamos demasiado la velada. No demasiado, digo. Hablamos de música, de todo, de nada, de nosotros.





Por la mañana, cuando nos levantamos, la mesa está preparada, lista para que desayunemos y emprendamos viaje. Katharina ya se ha ido a trabajar. Humberto, bicho noctámbulo como todo músico, debe estar durmiendo. No lo despertamos. Salimos.



Hacemos el viaje de Karlsruhe a Bayreuth con el eco de las voces de Humberto y Katharina.

Los viajes están llenos de lugares maravillosos, dicen. También los habitan bellas caras y bellas voces de bellas gentes. Como Katharina y Humberto.



1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso como siempre tus relatos
Viviana