domingo, 22 de marzo de 2015

Resonancias (2)




Me quedo pensando en algo que escribí en este blo sobre otro texto, y cómo resuena con las resonancias. Me refiero a lo que hace tiempo escribí sobre Gregory Bateson, sobre la pauta que conecta. Decía, dice, Bateson: “¿Cuál es la pauta que conecta al cangrejo con la langosta, a la orquídea con la rosa, y a los cuatro conmigo? ¿Y a mí y a ustedes con la ameba, en un extremo, y con el esquizofrénico, en el otro?”. Decía, digo, que Bateson se pregunta qué es lo que integra todo eso, qué es lo que hace que eso sea un sistema y funcione como tal, cuál es el patrón, la relación que conecta todo. La pauta que conecta. Y decía que pensaba en cómo se organiza el sistema de la comunicación, es decir, el sistema de cada comunicación en cada comunicación. Y me parece que, precisamente, tiene que ver con la idea de las resonancias de la que habla Steiner. De las resonancias, digo, de cada palabra, de cada situación, de cada universo. De dónde resuena lo que resuena como resuena.
 
Y como una cosa resuena en otra y con otra, me acuerdo ahora del comienzo de El señor presidente, aquella maravillosa novela de Miguel Ángel Asturias. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como Zumbido de oídos persistía el rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre..., alumbra..., alumbra, lumbre de alumbre..., alumbra, alumbre...!!

 Quizá solo sea el sonido lo que hace que ese texto resuene para mí en este instante y con esta idea de la que vengo hablando, o, mejor dicho, en la que vengo pensando con Steiner. Y con Bateson. Y con Asturias . (No me puedo quejar de la compañía que tengo en estas reflexiones y resonancias).

Quizá, también, para muchos resuene igual y perciban que sí, que todo forma claramente sistema, que hay una pauta evidente que conecta todo. Porque creo que sí, que la hay, que claro que la hay, que seguro que la hay.

lunes, 2 de marzo de 2015

Resonancias



Leo a George Steiner. Abro paréntesis. Dice que todo acto lingüístico tiene un determinante temporal, que no hay forma semántica que no lo tenga, que sea atemporal, intemporal, y que cuando usamos una palabra ponemos en resonancia toda su historia. Lo dice lindo, porque no habla de “poner” en resonancia, sino que dice algo así como “despertar” las resonancias. Es bella la idea de que las resonancias duerman en una palabra y de pronto despierten, se despierten, porque al mismo tiempo deja implícita la posibilidad, la certeza, de que, con el tiempo, muchas de esas resonancias entren en un sueño profundo y ya no vuelvan a despertar ni despertarse en las mentes de muchos, y la posibilidad, la certeza, de que un día ya no despierten más, la posibilidad, la certeza, de que las propias palabras, las lenguas, un día, mueran, como mueren, definitivamente.

Pero estábamos en que usar una palabra es despertar todas sus resonancias, y en que, con el paso del tiempo, las resonancias que esa palabra puede tener en una lengua cambian, van cambiando. Una palabra no significa hoy lo que significaba hace tiempo, no tiene el peso que tenía, no resuena con otras cosas con las que resonaba, como resonaba. Entonces, cuando leemos textos escritos en un pasado cuya lengua, aunque sea la nuestra, nos resulta en cierto modo ajena, es decir, cuando leemos el Quijote, por ejemplo, o incluso cuando leemos textos mucho más cercanos, como el Facundo, ¿leemos lo mismo que leían entonces cuando leían esos textos?, ¿nos hablan esos textos de la misma manera en que hablaban a sus lectores de entonces?, ¿son, acaso, los mismos textos? Sí, sí, ya sé, es Heráclito, en los mismos ríos entramos y no entramos. Steiner también lo dice, cuando dice que la lengua es el modelo más notable del flujo heraclíteo. Entre otras cosas es por eso que dice que leer es siempre, inevitablemente, traducir. Cierro el paréntesis. Sigo leyendo a Steiner.