Me quedo pensando en algo que escribí en este
blo sobre otro texto, y cómo resuena con las resonancias. Me refiero a lo que hace
tiempo escribí sobre Gregory Bateson, sobre la pauta que conecta. Decía, dice,
Bateson: “¿Cuál es la pauta que conecta al cangrejo
con la langosta, a la orquídea con la rosa, y a los cuatro conmigo? ¿Y a mí y a
ustedes con la ameba, en un extremo, y con el esquizofrénico, en el otro?”.
Decía, digo, que Bateson se pregunta qué es lo que integra todo eso, qué es lo
que hace que eso sea un sistema y funcione como tal, cuál es el patrón, la
relación que conecta todo. La pauta que conecta. Y decía que pensaba en cómo se
organiza el sistema de la comunicación, es decir, el sistema de cada comunicación en cada comunicación. Y me parece que, precisamente, tiene que ver
con la idea de las resonancias de la que habla Steiner. De las resonancias,
digo, de cada palabra, de cada situación, de cada universo. De dónde resuena lo
que resuena como resuena.
Y como una cosa resuena en otra y con otra, me
acuerdo ahora del comienzo de El señor
presidente, aquella maravillosa novela de Miguel Ángel Asturias. ¡Alumbra,
lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como Zumbido de oídos persistía el
rumor de las campanas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la
sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la
podredumbre! ¡Alumbra, lumbre de alumbre, sobre la podredumbre, Luzbel de
piedralumbre! ¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre..., alumbre..., alumbra...,
alumbra, lumbre de alumbre..., alumbra, alumbre...!!
Quizá solo sea el
sonido lo que hace que ese texto resuene para mí en este instante y con esta
idea de la que vengo hablando, o, mejor dicho, en la que vengo pensando con
Steiner. Y con Bateson. Y con Asturias . (No me puedo quejar de la compañía que
tengo en estas reflexiones y resonancias).
Quizá, también, para muchos resuene igual y
perciban que sí, que todo forma claramente sistema, que hay una pauta evidente que
conecta todo. Porque creo que sí, que la hay, que claro que la hay, que seguro
que la hay.
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