Dicen que la escritura nació en la Mesopotamia (la de allá) hacia fines
del cuarto milenio antes de Cristo.
Dicen que fue para resolver necesidades administrativas.
Dicen que en los primeros testimonios escritos que se encontraron
se habla de cuestiones relacionadas con la agricultura o el cuidado de los
animales, y que los primeros textos no administrativos, que tienen funciones
estéticas, son de cuatrocientos años después.
Dicen que en la China la escritura surgió mucho más tarde,
pero por las mismas necesidades administrativas.
Dicen.
Y recuerdo como al pasar palabras de Gao Xingjian: “Escribo
para sobrevivir. Para tener una vida interior, que viene a ser lo mismo.
Escribo porque escribir me produce placer. Porque me hace sentirme un ser
humano. Un ser libre. Escribir para uno mismo es el origen de la literatura. Es el
punto de arranque de la auténtica literatura, y de la libertad. No tiene
nada que ver con los premios. Nada que ver con la moda ni con el consumo.
Escribo por amor al lenguaje. A las palabras. A la voz. Es lo que más
respeto. Por eso escribo. Únicamente escribo por eso”.
Nosotros, mientras tanto, seguimos, sigamos, escribiendo,
diciendo.
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