jueves, 5 de diciembre de 2013

Mandela



Se murió Mandela. Desde este otro lado del mundo que también es sur, como el de Mandela, pienso en Mandela. Y pienso que cada vez que pienso en Mandela pienso en la sonrisa de Mandela. En esa sonrisa que sigue estando. Sudáfrica lo sabe. En este otro sur del mundo también lo sabemos. Pienso en Mandela, que se acaba de morir, dicen. Yo no les creo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

De las formas del devenir



Hoy voy a hablar de Deleuze. O de otra cosa, pero que pasa por el lado de Deleuze. Dentro de unos días, si macuerdo, voy a hablar de un proyecto de ley para la traducción y los traductores, o así pomposamente la llaman, que anda dando vueltas por el mundillo argentino y que me parece un espanto y un peligro, pero eso otro día. Porque hoy, decía, en el menú, tengo para ofrecer Deleuze. Y no es poco, che, no es poco.

Y dice. Deleuze dice. Dice: “Escribir indudablemente no es imponer una forma (de expresión) a una materia vivida. La literatura decanta más bien hacia lo informe, a lo inacabado (…). Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida (…) La literatura es inseparable del devenir”.

Tanto es así que mi viejo cumpa el Jorgeluí, el que no veía, decía que hay que publicar para dejar de corregir. Porque, claro, dice Deleuze, la literatura es siempre inacabada.

La palabra misma, la lengua, es siempre inacabada, siempre fragmentaria, siempre polisemántica, siempre oscura y ambigua. ¿Quién sabe lo que significa qué? ¿Y hasta cuándo lo sabe? Porque lo que es hoy no es en otro momento, sino hoy, y siempre en curso, siempre inacabado, siempre deviniendo.

Y entonces me detengo a pensar en lo que hacemos los que traducimos, que en realidá, en realidá real, digo, no terminamos las traducciones, sino que simplemente las entregamos porque es la fecha y hay que entregar, pero.

Y de todas maneras lo que hacemos es un intento de congelar sentidos, congelar sonoridades y significados en el instante, como una fotografía que al día siguiente ya será vieja, ya será una imagen de lo que fue, no de lo que es. Esa tirantez constante que nos imponen las voces entre las lenguas, esa tirantez que nos desgarra y nos niega la plenitud de la luz, esa mano que tendemos escribiendo para atrapar un sonido en el aire, una palabra que ya no es.

(Ilustración: Itati Acuña)

viernes, 1 de noviembre de 2013

Breves voces



Cuento de cuento
Encontré un papel escrito y doblado, dentro de un libro. Cuando lo desplegué, se cayó la primera palabra y abrió el libro.


Ars
(Ay si se pudiera, el pez.)


Milonga
Pienso que le gustaría
saber que hoy anda su historia
en una milonga. El tiempo
es olvido y es memoria.
JLB

A Z.F.
Alguien trae del sur un cuchillo. Nadie habrá de contar su historia. Nadie su nombre. Alguien entra por una puerta en un costado del bar. Acaso si solo lo miraran. Si alguien dijera esta boca es mía para ofrecerle ginebra y una silla amiga. Alguien trae del sur un cuchillo, apoya su mano izquierda sobre el hombro del que lleva el sombrero ladeado, y le interesa el filo entre la 4ª y la 5ª lumbares, del lado derecho.

 
El príncipe
Había una vez un príncipe. Leproso, amarillo, sifilítico.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Comunidades

Dicen que la escritura es una actividad solitaria, y una bitácora de viaje, como este blo, suele serlo. Pero hay ocasiones y situaciones en las que la fiesta de la palabra escrita es colectiva y la celebración se hace en grupo, en comunidad. Y ocurre que hay comunidades y comunidades de escritura, y que en una de ellas me invitaron a escribir.

Contamos con tu pluma, me dijeron, y al así decirlo, en esas y con esas pocas palabras, me convencieron, porque apelaron a un código que compartimos, en algún lugar, todos los que escribimos. La pluma.

El único requisito es que tenga que ver con la música, agregaron. Y entonces cerré por un rato esta bitácora y me fui a la otra, y escribí sobre el que dicen que es el único lenguaje universal, y escribí que no lo es.

Si alguien quiere darse una güelta por esa comunidad, mis palabras y las de los demás fiesteros, viaje hasta este domo.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Chile



“Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

                                                                   Salvador Allende, 11-9-1973

viernes, 6 de septiembre de 2013

Querido blo dos puntos



Han pasado poco más de diez días desde la última vez que hablamos, o sea, desde la última vez que hablé con vos, y empiezo a preguntarme si no debería volver a darte un poco de charla. De charla escrita, como la que mantenemos aquí, digo. El diccionario cacadémico dice que las charlas son orales, no escritas, pero creo que cualquiera sabe que charlar se charla de infinidad de maneras, y una de ellas es la escrita, o, mejor dicho, varias de ellas son escritas. Porque la idea de charlar no tiene que ver, creo, entiendo, con el medio utilizado, sino con el estilo de la comunicación, y dijcué de todo, ¿qué hacemos, si no, vos y yo por aquí? Porque no se puede decir que las que voy dejando, las que vos y yo vamos dejando en este lugar, sean propiamente reflexiones. A veces lo son, a veces no, a veces no, a veces no…

Son lo que son: anotaciones de diario de viaje, bitácora del que siempre quiso ser el capitán Kirk, pedazos de papel con retazos de palabras, quéséyo, eso, y más, y menos.

Nunca sé si está bien que a veces te deje, querido blo, esos poemas que te dejo como si los pegara en la puerta de la heladera. Nunca sé si te quedan bien a vos, si quedan bien en vos, querido blo, pero lo que pasa es que a veces siento que necesito dejarlos acá, que me estoy mediolvidando de esos poemas, o de esos textos, y tengo que estampártelos a vos para volver a traerlos, para volver a tenerlos. Esos textos me habitan desde siempre, o algunos quizá desde hace poco, que también es siempre, y me gusta sentir que siguen haciendo ecos en mí, me gusta sentir que sus palabras siguen creando reverberaciones, y que la voz con la que hablan, que es la misma voz con la que hablo, está cargada de la belleza del idioma, la belleza de la palabra en castellano.

Y pienso entonces en la voz, la palabra, del inmensísimo Pablo Neruda, el chileno que nos hace a todos chilenos (como Pablo de Rokha, claro, y como Huidobro, claro, y como Gonzalo Rojas, claro, y como la Violeta, claro, y como tantos, pero estaba hablando de don Pablo): “Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras”. ¿Te acordás de ese texto, querido blo? Es de los lindos pa decir en voz alta, y de los lindos pa leer en silencio también. Acá lo dejo. Dice todo. Todo.

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tiene sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tiene de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.