Dice Diego Fischerman en su excelente y disfrutabilísimo Escrito sobre música:
A pesar de que el
término “folklore” se ha castellanizado como “folclore”, se elige aquí la
grafía tradicional en tanto es la habitual en todo el mundo y en el mercado
discográfico. Además, respeta la etimología (folk significa “pueblo”, pero folc
no significa nada) y no provoca contradicciones con su abreviatura de uso
frecuente, “folk”, que jamás se escribe con “c”, ni siquiera en España.
Y digo sho:
Es curioso (bueno, en realidad no mucho) que la Real Academia Española
y sus subsidiarias, las academias americanas, insistan en hablar de “folclore”
y jueguen, una vez más, su juego usual de incoherencia y asistematicidad.
Porque, si hablan de folclore, deberían hablar de roc, y no de rock, ¿verdad? O
de rok, o roq, como Iraq. Y de yas, y
no de jazz. Y de blus, y no de blues. Y no deberían usar allegro, sino alegro.
Bueno, a decir verdá, eso sí que lo intentaron, pero les salió mal, y ahora
parece que vuelven p’atrás con ese caprichito y de nuevo dicen que es allegro.
Por esta semana, al menos, es lo que se puede leer en su sitio güeb.
Y, decía, pa pior, el trabajo (si es que se lo puede llamar
así) de los cacadémicos de la lengua no solo es incoherente, sino también
asistemático. Porque si incluyen, como palabras relacionadas con la música, voces
como allegro, allegretto, presto, adagio, andante y largo, entre otras, ¿por
qué no incluyen scherzo, que pertenece exactamente a la misma categoría y se
encuentra exactamente en las mismas obras en las que se encuentran las demás? Porque,
de hecho, en las mismas sinfonías en las que hay allegros, o alegros, o allegri,
hay scherzos, o scherzi. ¿Será quizá que les resulta mucho más difícil proponer
una castellanización de la parola esa? Porque no creo que se atrevan a proponer
la forma “esquerzo”. Hasta pa ellos sería un exceso, ¿no?
Lo curioso (tampoco mucho) es además que las academias se suelen
jactar de que ellas no imponen nada arbitrariamente y desde arriba, porque,
según dicen, su función no es crear, sino registrar el consenso de la comunidad
de los hispanohablantes, en particular de los “cultos”. Bueno, eso lo dicen en
los prólogos de sus mamotretos, pero en realidá en las páginas interiores es
fácil comprobar que la cosa cambia, y que las academias hacen lo que se les
canta (shaquestamos hablando de términos musicales), y no solo no registran,
sino que borran la realidad de un plumazo, o un teclazo. Porque, en los hechos,
y para remitirnos al ejemplo del que hablábamos inicialmente, la escritura de
los “cultos”, al menos en América, no suele hacer referencia al folclore con c.
Si se revisan los programas de las instituciones educativas más importantes del
continente (o sea, los “cultos”, mimagino), puede comprobarse fácilmente que en
ellos no se habla de folclore con c: la Universidad Nacional
Autónoma de México, la Escuela Nacional Superior
de Folklore José María Arguedas de Perú, la Universidad de Santiago y la
Austral en Chile… y, en la Argentina, la Universidad de Buenos Aires, el
Instituto Universitario Nacional del Arte, la Universidad Nacional
de La Plata, la
Universidad Nacional de Córdoba, la Academia Nacional
de la Historia, la Escuela de Música Esnaola de Buenos Aires… y supongo que
muuuuuuchas más (aunque no he revisado tanto)… todos y todas hablan de
folklore, folklórico y folklorología. Con k, no con c. Siempre. Pero las
academias ni se dan por enteradas, y siguen insistiendo en que va con c porque
así lo usan los cultos. Y pa pior folklore
ni la incluyen, aunque, como bien dice Fischerman y cualquiera sabe, es más que
habitual, más que usual. ¿Será quizá que para las cacademias los que escribimos
en castellano “folklore”, que sin duda, cultos e incultos, somos muchos, no
formamos parte de lo que ellas definen como “la comunidad de los
hispanohablantes”? ¿Será que para las academias “la comunidad de los
hispanohablantes” son ellos y nadie más? ¿Será, acaso, que viven a contramano
de la lengua, sus usos, sus hablantes y sus escribientes? No, no me respondan,
ke las respuestas son obvias y están muy klaras, al menos pa mí, hablante inkulto.
Son raros estos muchachos, che, la verdá.
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